Luego de haber muerto hace 30.000 años en la gélida tundra de Siberia, científicos resucitaron una planta a partir de frutos inmaduros, la regeneración de la más vieja planta a la fecha.
Hoy el ejemplar de Silene stenophylla, tras ser fertilizada la antiquísima planta fructificó y produjo semillas viables por su cuenta.
"Es muy excitante", dijo a LiveScience Jane Shen-Miller, bióloga de la Universidad de California en Los Ángeles, no involucrada en el estudio. Shen-Miller lideró un proyecto anterior con el que se logró que germinara y creciera un loto de 1.300 años del norte de China.
Otro grupo de científicos germinó una semilla de palma de hace 2.000 años de Israel. En la investigación publicada esta semana en la versión electrónica de Proceedings of the National Academy of Sciences, científicos de la Academia Rusa de Ciencias no hicieron germinar las semillas en forma directa, sino que tomaron tejido inmaduro de fruto y lo cultivaron en un medio rico en nutrientes.
Las células de ese tejido tienen la capacidad de transformarse en todas las partes de la planta y... lo hicieron, creciendo en plántulas que luego fueron trasplantadas en el suelo.
Ese tejido fue recuperado de guaridas de animales en el hielo permanente cerca al río Kolyma al nordeste de Siberia. Allí, pequeñas criaturas como la ardilla del Ártico alguna vez almacenaron decenas de miles de semillas y frutos en sus madrigueras, donde permanecieron congelados.
El tejido ha sido datado con radiocarbono entre 28.000 y 32.000 años. Ese método data material con base en la descomposición del carbono radiactivo.
La mayoría de las semillas de plantas mueren a los pocos años, pero algunas especies han desarrollado mecanismos para preservar o para reparar su ADN.