Parecía que el agua iba a dañar la fiesta, pero se acordó San Pedro de los 3.000 inscritos en el Festival de Carros de Rodillos y cambió un oscuro día, por una mañana de sol.
Por eso, casi rayando las 9:00 a.m. se empezó a ver un desfile grande por todo Ayacucho y en pocos minutos Loyola, en Buenos Aires, parecía un hervidero de gente, y de ahí para arriba, hasta el Estadero El Silletero, en Santa Elena, ni hablar.
La gente disfrutó de lo lindo la adrenalina pura que puso cada uno de los que se arriesgó a bajar los doce kilómetros, de un evento que ya es masivo en Medellín.
Y fueron los triciclos los que se aventaron primero, unos cómodamente sentados y otros en posición bocabajo. Y como era de esperarse, el cansancio fue el fiel reflejo de los rostros de quienes arribaron a Loyola. Todos recibieron aplausos, algunos vieron refrescar su cara con el agua que partió de alguno de los asistentes y no faltó el que apareció con su maicena para celebrar.
"Este es un parche sano, que le hace a uno quemar mucha adrenalina y en el cual los derrapes y la velocidad son lo mejor", comentó, mientras consumía líquido, Ricardo Vásquez Botero, ganador en triciclos.
A un lado, cinco "tortugas" celebraron su título en la categoría carros de rodillos familiar. "Esta vez escogimos el disfraz de tortugas, el año pasado ganamos como cigarrillos y antes como empanadas. Cada año cambiamos y ya son diez las participaciones", dijo orgulloso Fabio Tamayo, uno de lo cinco representantes del municipio de Bello.
Uno a uno fueron bajando los 759 carros de rodillos, 40 skates, 35 triciclos, 25 grobiciciclas y 6 karts, todos contagiados del "espíritu olímpico", frase de batalla por aquello de los Juegos Olímpicos Juveniles del 2018.