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David Manzur, el inmortal

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Ya son 83 años y David Manzur sigue con mucha cuerda para pintar.
David Manzur sabe que hay recuerdos que se desdibujan de la memoria. A veces él mismo lo hace con la pintura. A veces también vienen, como ese en el que estuvo pensando hace poco: su primer dibujo lo hizo en el África. Era un barco. Estaba pequeño. No fue por arte, sino por puro juego, pero esa es la última pregunta. El maestro trabaja todos los días, hace ejercicio y no deja el arte y conversa.

¿Está trabajando todavía de tiempo completo?
"Pero claro. Yo moriré al pie del caballete. No tengo tiempo de morirme si quieres que te conteste".

Su estilo propio, ¿es eso lo que lo mantiene vigente?
"Imagínate, tengo compromisos de exposiciones en Chile y en México, y aquí también. Acabo de cerrar una exposición grande en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Lo que pasa es que uno no vive a toda hora mostrando cosas porque hay que estar trabajando y el trabajo es silencio. Yo tengo mi estudio fuera de la ciudad de Bogotá y el otro es en Barichara, en una casa enorme para poder resolver todo esto"

A qué horas trabaja, ¿se levanta a pintar?
"No. Yo me levanto y lo primero que hago es hora y media de ejercicio. De gimnasia, de trote. Sigo siendo montañista. Yo empiezo casi siempre después del mediodía, porque por la mañana dibujo sobre la idea, pero ya por la tarde empieza el trabajo, hasta más o menos once y doce de la noche. Y si tu miras en Youtube me puedes ver trabajando. Yo tengo que estar cambiando luces de día y de noche".

Su última exposición fue Ciudades Oxidadas. ¿Es una manera de dejar ver una preocupación que tiene por el cuidado del mundo?
"Desde la última exposición mía que fue en la galería Mundo en 2003, yo vengo trabajando sobre el deterioro ambiental en todas partes. Por eso viajé a la India, a la Antártida y a Europa, especialmente a la ciudad de Venecia, para encontrar el deterioro de los grandes lugares del planeta. Entonces volviendo de la Antártida, en Georgia del Sur, que son unas islas inglesas, encontré un caserío de hierro oxidado y ahí empezó el trabajo sobre las ciudades oxidadas que ya venía trabajando.

Y es que todas las ciudades del mundo, por la polución y el dióxido de carbono están absolutamente saturadas y se están oxidando. En la pintura desde luego yo hago una especie de flashback, esto quiere decir un retroceso hacia atrás en el tiempo. Como yo me crié en España, uso un poco las figuras de Velásquez combinadas con el futuro, en el sentido de que el deterioro afecta la pintura, oxidando la pintura. De ahí que en los cuadros resultan a veces figuras del pasado como figuras del futuro y desde luego los caballos están dentro del mismo problema. Problema que poco a poco va cambiando. Porque uno nunca termina. Ahora estoy con lo que llamo la Obra Negra, que es una ampliación de estos planteamientos. Estoy apenas en eso".

¿Y Obra Negra cómo va?
"Todos esos períodos no son de un cuadro o dos. Es una serie, por ejemplo, en las Ciudades Oxidadas dio como para 20 obras, lo mismo con el tema de San Sebastián, eran más de 25 cuadros para uno poder resolver y nunca se termina además. Yo creo que en estas cosas muchas veces uno trabaja para que las nuevas generaciones lo sigan trabajando".

Para usted la técnica siempre ha sido importante...
"Sí señora. La técnica del arte es lo que llamamos oficio, me ha interesado mucho porque, claro, yo creo mucho en el efecto físico de la vista. Digamos un cuadro, donde se reproduce una buena idea mal pintada se puede perder la idea. En estos casos, o en escultura, ser muy riguroso y con conocimiento de la técnica es muy importante, pero no es la base. Por ejemplo hay obras conceptuales que no necesariamente necesitan una gran técnica y son perfectamente válidas".

En sus obras no falta tampoco la teatralidad...
"Indudablemente, toda obra de arte tiene una dosis de teatralidad. Porque al fin y al cabo un cuadro es como un escenario, una escultura es como un personaje, pero desde luego, esto tiene un límite y generalmente uno se adentra en los conceptos básicos del arte y en ese caso ya te sales del aspecto inmediato de la teatralidad".

¿Ve en Colombia oportunidades para el arte?
"En Colombia sí hay. Hoy en día las artes visuales, en todas los aspectos, tienen una gran acogida, hay cantidad de coleccionistas, comentaristas, galerías. Tú sabes que las comunicaciones han vuelto muy internacionales en todos los aspectos. Por ejemplo, uno ya hoy en día no piensa en Colombia sino en cualquier parte. Aquí el que está en Bogotá debe estar en competencia con el que está en París, así sea desde los distintos aspectos conceptuales. Hoy en día las propuestas del arte son enormemente grandes y antagónicas muchas veces y todas son válidas siempre y cuando el artista sea de verdad".

¿Y eso de artista de verdad qué es?
"Eso es muy difícil de definir, porque los artistas vivimos con un interrogante. Yo le dije a una periodista una vez que si yo pensara que he hecho la obra más perfecta, no volvería a pintar. La razón por la que uno sigue trabajando es porque siempre piensa que algo quedó".

¿Cómo ve al arte en el país?
"Hay gente de mucho talento y de muchos aspectos. Propuestas enteramente distintas a lo que yo hago, pero muy valiosas también".

¿Y sobre las nuevas propuestas, qué piensa?
"Preguntarle eso a un pintor es un poquito difícil. Lo bueno y lo malo andan juntos. Dentro de las cosas más audaces hay cosas de maravilla y hay cosas absolutamente equivocadas, pero eso es muy difícil de catalogar, porque se requiere una cultura muy estricta en su postura conceptual y eso en Colombia todavía está en veremos. Lo que sí es que en todas estas instalaciones y performances, algunas son perfectamente válidas y muy interesantes. Hay artistas como por ejemplo, que yo te pueda mencionar que admiro profundamente, Carlos Salas. Ese es un artista de una generación intermedia y que tiene una gran proyección. Entre los jóvenes hay gente maravillosa también que están haciendo cosas muy audaces, que desde luego entran en una cultura que hay que aceptar".

¿Hay que formar público para poder ver los lugares de arte llenos?
"Hay galerías especializadas. Eso sí todavía no estamos a la altura de París o de Nueva York. Yo el año pasado estuve en Roma, en París, en Bélgica y Estados Unidos y uno ve galerías para todas las propuestas y cada una con un sentido de absolutismo, es decir, esta es la verdad. Pero eso es muy difícil. Yo creo que uno tiene que mantenerse en su mundo limitado dentro de lo que uno se expresa para poder profundizar, así tenga que encararse a propuestas muy distintas también. Y entonces las galerías van marcando una pauta. Hay galerías especializadas en arte abstracto expresionista, otras en constructivismo, en arte conceptual, en performance. Por ejemplo, una consulta muy interesante para eso es ver las imágenes a través de internet. Y ahí uno ve la diferencia de cosas".

Como que le va muy bien con la tecnología...
"Me interesa mucho todo eso de las imágenes digitales, fotografía, en eso ando siempre. Y cuando veas Youtube, eso que veas ahí lo grabo yo mismo y además lo edito en computador. En este momento estoy en una bicicleta dándole la vuelta aquí al barrio porque eso es lo que hago antes de ponerme a trabajar. Y no me caigo a pesar de todas las preguntas".

Se ha ganado varios premios. ¿Fue importante?
"Yo no me he ganado muchos premios, tal vez el que más recuerdo es el de la Fundación Guggenheim, en el año 61 y 62. Pero los premios ni lo mejoran ni lo empeoran a uno. El premio más grande de una obra es que uno crea que la realizó bien".

Un tema muy importante en su obra fue San Sebastián. ¿Queda algo de ello?
"Es un periodo en mi carrera que viene desde los años 80 y que lo trabajé mucho tiempo. Ya te decía yo que tengo veintitantos cuadros sobre el tema San Sebastián, en el cual he podido explorar un poco lo que se puede hacer con la figura. Pero las cosas van pasando, luego viene la anatomía del caballo, que ya se va desdibujando en otros aspectos nuevos. O sea, San Sebastián no deja de ser San Sebastián, el caballo no deja de ser caballo, y la figura no deja de serlo, pero van sufriendo variaciones".

¿Se acuerda de cuando empezó a pintar?
"Imagínate que me estaba acordando en estos días que de niño, como yo me críe en el África, frente a la casa había un barco hundido y creo que yo dibujaba ese barco, no por arte, sino por tener el juguete que no tenía y dibujarlo era una forma de tenerlo. De manera que, creo yo, es el primer dibujo. El tiempo desdibuja esos recuerdos. Yo creo que las pintura de las Ciudades Oxidadas y la pintura Negra que voy a entrar, es un poco el desdibujo de la memoria".
MI PERCEPCIÓN
UN HOMBRE DE VOZ JOVEN
Si es por la voz, a Manzur no se le notan los años. Parecía sentado en una silla, conversando. Y el maestro confesó, casi al final, que estaba montando en bicicleta. Toda la entrevista la hizo pedaleando. Monta todos los días, antes de volver a pintar. Habla de Youtube. Ahí tiene sus videos, que él mismo hace y edita. La tecnología no le es ajena. Y se ríe cuando recuerda. También cuando habla de la vida. Y de la muerte.
ANTECEDENTES
SESENTA AÑOS DE TRAYECTORIA
David Manzur nació en Neira, Caldas, porque su mamá era de allá. Su papá, en cambio, era libanés. Por eso a los cuatro años, cuenta, "fuimos a dar al África". También vivió en España y en Nueva York estudió muchos años.

Su última exposición fue Ciudades Oxidadas.

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