Hombres que viven de buscar y revender droga de naufragios. Les pagan 3,5 millones por kilo de cocaína.
Si Toñito González no hubiera dilapidado 20 millones de pesos en una semana, atragantándose de whisky y de mujeres con sus compadres pescadores, hoy seguramente no se le vería rozar las calles con un par de callos macizos que ya parecen suelas. Al menos descalzo no andaría.
Tanta plata le llegó -no caída del cielo, sino brotada del agua- en agosto del año 2009. El Pacífico, que usualmente expulsa una que otra porción de basura marina, ese día vomitó paquetes de cocaína a no más de una milla de las playas de Nuquí, en el Chocó colombiano. "Eran las 5 de la mañana, íbamos en lancha a recoger a unos turistas, cuando nos chocamos con la paca (un costal que contiene 20 kilos de droga). Al sentir el golpe fue solo alegría, papa (sic), todo el mundo feliz, ¡era la suerte mi hermano, era la suerte ", grita Toñito excitado. Según su versión, la Infantería de Marina había hundido una lancha cargada con coca. El rumor que corrió entre los pescadores era que a esa hora 1.000 kilos flotaban desperdigados como peces sin madre, por toda la enorme bahía de Tribugá.
Aquel día, nadie quiso salir a pescar. Cuál anzuelos, cuál trasmallo, cuál boyas, cuál que remar desde el muelle rumbo a alta mar, para volver de madrugada con cuatro pescados entre las manos. Cuáles. Las autoridades en Bahía Solano confirman la versión de Toñito . "En el pueblo se sabe siempre cuando una embarcación voltea. Entonces se ve el movimiento, la gente fiando el combustible para salir. Traen la droga, la esconden y la negocian. Una vez al mes usted ve 20 o 30 lanchas en busca de coca", dice un agente de la estación de Policía, quien dice no estar autorizado para hablar.
Toñito y tres compañeros se enfundaron, en total, 80 kilos. "Nos dieron mucha moneda. Era una sumadera de billetes, papa (sic), que uno pensaba que hasta la calculadora se dañaba", dice con sorna.
Para Toñito fue suerte. Pero para Dioma Pandales, un moreno de facciones severas, que en enero de 2011 le arrebató al mar un kilo de coca, se trata de un regalo de arriba, del cielo. Y en Nuquí creen en milagros.
¿Por qué cree que es un milagro?
"Porque mira la pobreza de estas calles. En Nuquí no hay luz eléctrica sino hasta las seis de la tarde. Mira a los niños sin zapatos", contesta.
¿Le ha pedido a Dios que le mande un kilo de coca?
"Ufff, más de una vez. Cuando escuchamos que en el agua hay movimiento, hacemos 'vaca' (colecta). Cada uno pone de a cinco galones y alguien pone la lancha".
Mientras saborea un aguardiente, Danubio , su hermano, declara medio ebrio que cualquier pescador que hoy tenga una lancha con motor es porque en algún momento obtuvo su "milagro". La razón es que una lancha de fibra de vidrio cuesta 10 millones de pesos y un motor Yamaha fuera de borda, de 40 caballos de fuerza, 9 millones. Un platal que no harían ni en un año de subienda ininterrumpida de pescado. Conseguir un motor es duro y no es gratuito que dos embarcaciones del barrio Miraflores, de Nuquí, cuyas calles se sostienen en el pantano, lleven por nombre, "La ayuda de Dios".
¿Qué compró con la plata de la coca?
"Mi lanchita, mi motor, hice la casita, que es de madera, pero es mía propia", contesta Danubio.
¿Había tenido tanta plata en las manos? ¿Qué sintió?
"Alegría maestro, tanta pobreza. Es absoluta. Yo soy profesor también y no estoy trabajando, ¿entonces qué más hago?".
No es el caso de Flavio Valencia , a quien su esposa le prohíbe si quiera pensar en quedarse con esa extraña pasta blanca que, si bien parece no ser de nadie, tampoco le pertenece. "Ella me dice que es una plata maldita y yo también creo", sostiene.
Flavio está condenado -dicen en el pueblo- a seguir remando a mano limpia, con ese par de brazos que parecen alicates. "El pobre Flavio no ha podido conseguirse un motor. La canoa que tiene no vale ni 200 mil pesos", opina Danubio , mientras lo ve pasar, a las 7 de la noche, silencioso, con sus lámparas, su canasta, sus anzuelos y una madeja de hilo a la que él mismo con gracia llama "la atarraya electrónica".
Un negocio millonario
En el mercado negro, un kilo de cocaína recuperado por pescadores es comprado por los narcos en 3,5 millones de pesos (1.930 dólares aproximadamente) en efectivo, uno sobre otro, según todos los testimonios recogidos en la zona.
Eso sí, siempre y cuando el alijo esté seco. Si la droga se moja, el precio desciende a la mitad. Lo que no saben pescadores como Toñitoo Danubio es que, según la Oficina contra la Droga y el Delito de la ONU (Unodoc) cuando la coca entra a Panamá el precio sube a 2 mil o 2 mil 500 dólares.
Entre más al Norte, el polvo deja de ser polvo y se va convirtiendo en oro. En la frontera de México el kilo llega a 12 o 15 mil dólares. En Estados Unidos el precio por kilo es de 20 mil y ese mismo kilo se vende en 30 mil (casi 56 millones de pesos colombianos) al llegar a Nueva York o a Seattle.
Pero, ¿quién se las compra? ¿Por qué el mismo día que un pescador recupera un kilo, ya tiene el dinero en sus manos? Dice el coronel Julio César González, jefe de Investigaciones y Operaciones de la Policía Antinarcóticos, municipios como Bahía Solano, Bajo Baudó, Nuquí y Juradó, se han convertido, por su posición estratégica, en el centro de acopio y comercialización de la coca que va a parar a Centroamérica.
Según inteligencia de la Infantería de Marina, más de 1.300 kilómetros de exuberante costa (desde Tumaco, en el húmedo sur, hasta Punta Ardita, que es el pueblo costero más cercano a Panamá) están en disputa por las organizaciones ilegales. En la puja trenzan el frente 57 de las Farc, " Mario Vélez ", al mando de Gilberto Torres Muñetón , alias "Becerro"; la banda criminal Los Rastrojos, cuya cabeza es alias "Juan Pablo"; y lo poco que queda de los frentes Resistencia Cimarrón y Che Guevara, del Eln.
Basta revisar las cifras de incautación para advertir que el negocio se mueve y mucho. El año pasado, la Marina decomisó 24,5 toneladas de droga en todo el litoral del Pacífico. Pero una cosa es lo que incautan y otra lo que pasa derecho. Dicho por el coronel Jorge Bolaños , comandante del Batallón de Asalto Fluvial de la Infantería, las autoridades de Panamá, con ayuda de los gringos, interceptaron el año pasado 80 toneladas. Fueron 80 toneladas de cocaína que no vieron los guardacostas colombianos.
Pero, ¿cómo hacen para no ser detectados por radares, por el DC3 conocido como 'el avión fantasma', por los buques de la Fuerza Naval del Pacífico y por 870 hombres desplegados a lo largo de 12 mil kilómetros cuadrados de jurisdicción?
De un lado está la corrupción de las propias autoridades. El 26 de junio del año pasado, en algo que se llamó Operación Majestad fueron capturadas 37 personas entre ellas siete policías, dos investigadores del CTI, dos suboficiales de la Armada, un concejal de Nuquí y la secretaria del Juzgado Penal Municipal de Bahía Solano. Todos fueron señalados de pertenecer a Los Rastrojos.
Justo el mismo día en que un reportero gráfico y un periodista de EL COLOMBIANO llegamos a El Valle para levantar la información de este reportaje, se estaban yendo, contrariados, todos los policías de la estación. "Los relevaron porque al parecer estaban permeados. El comandante de Quibdó (capital del Chocó) escuchó comentarios y lo más sano fue llevárselos", dijo Bolaños.
Controlar con pie de fuerza todas las estribaciones de los ríos San Juan y Baudó, sus meandros y artificios, tampoco es tarea sencilla. Los ejemplos sobran. El 22 de septiembre, agentes Antinarcóticos encontraron cuatro toneladas de coca dentro de un submarino de fibra de vidrio y acero, en el municipio de Condoto. El aparato, dijo el coronel Carlos Rodríguez , subdirector de esa entidad, fue encontrado a la vista de uno de esos riachuelos anónimos.
Bolaños reconoce, con algo de bochorno, que las 'narcolanchas' pueden ser más rápidas que las suyas. "Esto es costoso. Mover nosotros una lancha de dos motores de 200 caballos y salir, eso sí que es una 'pesca milagrosa'. Usted sale a perseguirlas y de una vez se llama al avión, al buque, y a la DEA".
El gran problema, insiste, es que después de las 12 millas náuticas al noroccidente ya son aguas panameñas y "ahí sí estamos perdidos". Si una lancha parte desde Punta Ardita sin ser vista, a los 15 minutos ya se ha perdido entre el inconmensurable mar plateado, sobre el que las Fuerzas Armadas de Colombia ya no tienen potestad.
Las rutas de los narcos
Un pescador que prefiere mantener el anonimato refrenda que las lanchas de la Armada se quedan cortas. "Si las de los guardacostas tienen cuatro motores de 200 caballos, los 'duros' montan cinco o seis de 200. Usted tiene que ver lo que es una lancha 'traqueta' corriendo. Solo las para el avión fantasma o el helicóptero, porque pasan endiabladas a 500, a veces a 1.000 nudos por hora".
El mismo hombre asegura que la ruta es por México. "A quienes contratan el viaje les dicen 'Los Sombrerones'. Yo hice un viaje hasta Panamá, nos demoramos 4 horas".
¿A qué hora salieron?
"A las 5 de la tarde. A esa hora se está arreglando la gente. Lo hacen en 'pujas' o mareas altas, porque las lanchas están en 'encaletaderos'".
¿Nadie los detuvo?
"¿Quién va a saber uno que lleva eso? Desde el primer día el avión fantasma nos estuvo rodeando. Tuvimos que esperar y al otro día salimos y despejado todo".
¿Cuánto le pagaron por el viaje?
"A Panamá pagan 20 millones si se corona. Si no llegan le dan a uno un anticipo de 10 millones".
¿Sigue trabajando con eso?
"No. Y no porque me haya ido mal. Me fue bien. Si vuelve y me resulta, le hago, porque esos 'caballos' (narcos) tienen su moneda".
Los días de bonanza
Yohan Alves* es un morocho de rostro huesudo, de 32 años, que estudió hasta segundo de primaria. El año pasado halló una paca de 20 kilos. Era una mañana de agosto y él apenas salía de faena (como le llaman al oficio de salir a pescar).
A 200 metros del morro que se inclina junto a la bahía de El Valle, Yohan sintió el cimbronazo. Era un costal negro, por el que le dieron 60 millones de pesos. Eso fue a las 6 de la mañana. A la 1:00 de la tarde ya tenía el dinero.
Y entonces, aquel negrito al que veían empacar el nylon y los anzuelos, ese que se subía a una panga modesta y desabrida, cierto día regresó montado en una camioneta Toyota, modelo 2004. "Compré lancha, carro, motor", cuenta mientras sorbe cerveza en el billar.
¿Cree como otros que Dios estuvo detrás de su suerte?
"Claaaro, él me lo mandó".
¿No es un poco contradictorio que Dios envíe coca?
"Él más o menos sí se lo envía a uno. Si uno se mete por un camino malo, después Dios le habla a través del corazón".
Toñito , en cambio, es menos místico. "Cuando uno encuentra coca todo cambia, uno se siente hasta más fuerte, papa (sic)".
Tan fuerte se sintió, que el día que le dieron esos 20 millones de los que solo le quedan recuerdos, se echó 5 en cada bolsillo, contrató un bus escalera y subió a todos los amigos, con destino al Festival de la Bahía. "Si algún policía me preguntaba algo, yo le daba de a 200 mil y les decía, ábrase". Y no era cerveza, era Whisky por cajas. Entre beba y beba, Yuber , su compañero de faenas, también dejó ir de las manos 100 millones de pesos. "No quedó nada, quedó la ruina, ni la casa se hizo", dice Toñito.
Son días de abundancias astronómicas que se notan hasta en el desabastecimiento de licor en las tiendas. "Toca mandar a traer el trago por avión. Usted sabe, papa (sic), que aquí no hay carreteras, todo llega por barco y el barco se demora mucho", prosigue.
Las prostitutas, que en días de regularidad laboral cobran por cabeza 50 mil pesos, llegan a valer hasta 2 millones. "No puedo decir quién, pero vi cuando a uno de mis compañeros la muchacha le cobró 2 millones y él la frenó y le dijo que no, que cómo se le ocurría, que más bien le pagaba los 3 millones", cuenta Yohan , entre risas. Horacio González , un nativo de Nuquí dedicado al transporte de turistas, relata esa misma historia con un chiste. "Imagínese que si por cada polvo pagaban 2 millones, hasta yo pensé en volverme mujé".
Nada de la plata que ha dejado la coca se nota ni en Nuquí ni en Jurubidá ni en El Valle ni en Bahía Solano, que fueron los sitios que visitamos. Al contrario. Son pueblos a los que les cae mucha agua -una lluvia puntillosa que nunca se va-, pero poca plata, poco desarrollo. El maestro Óscar Collazos , el gran escritor que brotó de Bahía Solano, twiteó el pasado 15 de enero: "la serena resignación de los chocoanos contrasta con la soberbia indiferencia del Estado colombiano".
Todo se reduce al brillo de una pasta prensada, que hace regurgitar sueños lujuriosos y hasta obscenos. Si hay coca, entonces por añadidura hay whisky, hay putas, hay alforjas llenas de a cinco millones. Es el brillo de la cocaína que hace sacarle a Toñito un suspiro.
Pero también está Flavio , el que sale a puro remo, sin motor, sin lancha, sin la historia de un milagro. Sale como con una cruz, como burlado por el pueblo, pero con la dignidad intacta.
*Nombre cambiado.
¿Cómo sucede?
A LA CAZA DE LAS "NARCOLANCHAS"
1 El DC3 o "avión fantasma" detecta y persigue las lanchas "go fast".
2 Solo hasta antes de 12 millas náuticas la Fuerza Naval puede hacer capturas.
3 En lugares como este de la lancha, los narcotraficantes esconden la coca.
4 El CTI de la Fiscalía es el organismo encargado de determinar si se trata de un estupefaciente o no.
5 En ocasiones, por inseguridad de la zona, las autoridades queman de una vez las lanchas.
SOLUCIÓN
Sin soluciones a las vista: Alcalde
El alcalde de Nuquí, Dionisio Cabrera dice, como reconociendo una derrota, que los recursos económicos solo dan para 12 horas de luz.
Nuquí es un municipio de 8 mil habitantes y un presupuesto anual de 5.270 millones de pesos. La economía es 90 por ciento pesca, actividad que en el año solo tiene dos temporadas de subienda. Es por eso que Cabrera le apuesta más a los proyectos que a las obras, porque sencillamente este año no las habrá. Con poca plata, habrá que atender mil necesidades.
PROBLEMA
En Nuquí ni siquiera hay luz
A las 6:00 de la tarde, la llegada de la luz a Nuquí es todo un acontecimiento. La energía vuelve a irse a las 12:00 de la noche. Al municipio todo llega por barco, pues no hay carreteras habilitadas que comuniquen al Chocó con el centro del país. En Nuquí tampoco hay relleno sanitario.
Mi percepción
"Somos el puñal y la herida"
Este reportaje no se propone ni juzgar ni absolver la conducta de los pescadores que hacen fortunas, recuperando coca en el mar.
Razones hay muchas. Por un lado, está el negocio como tal. Los narcos (guerrilla, bacrim y narcos puros y duros) son los que se quedan con la mayor tajada. Y de otro lado, están los pescadores que, de una u otra manera, se prestan para que el negocio continúe.
Después de haber recorrido esas selvas y ese mar, uno piensa en lo difícil que es juzgar. Fue Baudelaire el que dijo en uno de sus poemas que "somos el puñal y la herida". Y así es. Estos pescadores son los victimarios, pero también son las víctimas. Son el eslabón de una cadena que no acaba.
Si Toñito González no hubiera dilapidado 20 millones de pesos en una semana, atragantándose de whisky y de mujeres con sus compadres pescadores, hoy seguramente no se le vería rozar las calles con un par de callos macizos que ya parecen suelas. Al menos descalzo no andaría.
Tanta plata le llegó -no caída del cielo, sino brotada del agua- en agosto del año 2009. El Pacífico, que usualmente expulsa una que otra porción de basura marina, ese día vomitó paquetes de cocaína a no más de una milla de las playas de Nuquí, en el Chocó colombiano. "Eran las 5 de la mañana, íbamos en lancha a recoger a unos turistas, cuando nos chocamos con la paca (un costal que contiene 20 kilos de droga). Al sentir el golpe fue solo alegría, papa (sic), todo el mundo feliz, ¡era la suerte mi hermano, era la suerte ", grita Toñito excitado. Según su versión, la Infantería de Marina había hundido una lancha cargada con coca. El rumor que corrió entre los pescadores era que a esa hora 1.000 kilos flotaban desperdigados como peces sin madre, por toda la enorme bahía de Tribugá.
Aquel día, nadie quiso salir a pescar. Cuál anzuelos, cuál trasmallo, cuál boyas, cuál que remar desde el muelle rumbo a alta mar, para volver de madrugada con cuatro pescados entre las manos. Cuáles. Las autoridades en Bahía Solano confirman la versión de Toñito . "En el pueblo se sabe siempre cuando una embarcación voltea. Entonces se ve el movimiento, la gente fiando el combustible para salir. Traen la droga, la esconden y la negocian. Una vez al mes usted ve 20 o 30 lanchas en busca de coca", dice un agente de la estación de Policía, quien dice no estar autorizado para hablar.
Toñito y tres compañeros se enfundaron, en total, 80 kilos. "Nos dieron mucha moneda. Era una sumadera de billetes, papa (sic), que uno pensaba que hasta la calculadora se dañaba", dice con sorna.
Para Toñito fue suerte. Pero para Dioma Pandales, un moreno de facciones severas, que en enero de 2011 le arrebató al mar un kilo de coca, se trata de un regalo de arriba, del cielo. Y en Nuquí creen en milagros.
¿Por qué cree que es un milagro?
"Porque mira la pobreza de estas calles. En Nuquí no hay luz eléctrica sino hasta las seis de la tarde. Mira a los niños sin zapatos", contesta.
¿Le ha pedido a Dios que le mande un kilo de coca?
"Ufff, más de una vez. Cuando escuchamos que en el agua hay movimiento, hacemos 'vaca' (colecta). Cada uno pone de a cinco galones y alguien pone la lancha".
Mientras saborea un aguardiente, Danubio , su hermano, declara medio ebrio que cualquier pescador que hoy tenga una lancha con motor es porque en algún momento obtuvo su "milagro". La razón es que una lancha de fibra de vidrio cuesta 10 millones de pesos y un motor Yamaha fuera de borda, de 40 caballos de fuerza, 9 millones. Un platal que no harían ni en un año de subienda ininterrumpida de pescado. Conseguir un motor es duro y no es gratuito que dos embarcaciones del barrio Miraflores, de Nuquí, cuyas calles se sostienen en el pantano, lleven por nombre, "La ayuda de Dios".
¿Qué compró con la plata de la coca?
"Mi lanchita, mi motor, hice la casita, que es de madera, pero es mía propia", contesta Danubio.
¿Había tenido tanta plata en las manos? ¿Qué sintió?
"Alegría maestro, tanta pobreza. Es absoluta. Yo soy profesor también y no estoy trabajando, ¿entonces qué más hago?".
No es el caso de Flavio Valencia , a quien su esposa le prohíbe si quiera pensar en quedarse con esa extraña pasta blanca que, si bien parece no ser de nadie, tampoco le pertenece. "Ella me dice que es una plata maldita y yo también creo", sostiene.
Flavio está condenado -dicen en el pueblo- a seguir remando a mano limpia, con ese par de brazos que parecen alicates. "El pobre Flavio no ha podido conseguirse un motor. La canoa que tiene no vale ni 200 mil pesos", opina Danubio , mientras lo ve pasar, a las 7 de la noche, silencioso, con sus lámparas, su canasta, sus anzuelos y una madeja de hilo a la que él mismo con gracia llama "la atarraya electrónica".
Un negocio millonario
En el mercado negro, un kilo de cocaína recuperado por pescadores es comprado por los narcos en 3,5 millones de pesos (1.930 dólares aproximadamente) en efectivo, uno sobre otro, según todos los testimonios recogidos en la zona.
Eso sí, siempre y cuando el alijo esté seco. Si la droga se moja, el precio desciende a la mitad. Lo que no saben pescadores como Toñitoo Danubio es que, según la Oficina contra la Droga y el Delito de la ONU (Unodoc) cuando la coca entra a Panamá el precio sube a 2 mil o 2 mil 500 dólares.
Entre más al Norte, el polvo deja de ser polvo y se va convirtiendo en oro. En la frontera de México el kilo llega a 12 o 15 mil dólares. En Estados Unidos el precio por kilo es de 20 mil y ese mismo kilo se vende en 30 mil (casi 56 millones de pesos colombianos) al llegar a Nueva York o a Seattle.
Pero, ¿quién se las compra? ¿Por qué el mismo día que un pescador recupera un kilo, ya tiene el dinero en sus manos? Dice el coronel Julio César González, jefe de Investigaciones y Operaciones de la Policía Antinarcóticos, municipios como Bahía Solano, Bajo Baudó, Nuquí y Juradó, se han convertido, por su posición estratégica, en el centro de acopio y comercialización de la coca que va a parar a Centroamérica.
Según inteligencia de la Infantería de Marina, más de 1.300 kilómetros de exuberante costa (desde Tumaco, en el húmedo sur, hasta Punta Ardita, que es el pueblo costero más cercano a Panamá) están en disputa por las organizaciones ilegales. En la puja trenzan el frente 57 de las Farc, " Mario Vélez ", al mando de Gilberto Torres Muñetón , alias "Becerro"; la banda criminal Los Rastrojos, cuya cabeza es alias "Juan Pablo"; y lo poco que queda de los frentes Resistencia Cimarrón y Che Guevara, del Eln.
Basta revisar las cifras de incautación para advertir que el negocio se mueve y mucho. El año pasado, la Marina decomisó 24,5 toneladas de droga en todo el litoral del Pacífico. Pero una cosa es lo que incautan y otra lo que pasa derecho. Dicho por el coronel Jorge Bolaños , comandante del Batallón de Asalto Fluvial de la Infantería, las autoridades de Panamá, con ayuda de los gringos, interceptaron el año pasado 80 toneladas. Fueron 80 toneladas de cocaína que no vieron los guardacostas colombianos.
Pero, ¿cómo hacen para no ser detectados por radares, por el DC3 conocido como 'el avión fantasma', por los buques de la Fuerza Naval del Pacífico y por 870 hombres desplegados a lo largo de 12 mil kilómetros cuadrados de jurisdicción?
De un lado está la corrupción de las propias autoridades. El 26 de junio del año pasado, en algo que se llamó Operación Majestad fueron capturadas 37 personas entre ellas siete policías, dos investigadores del CTI, dos suboficiales de la Armada, un concejal de Nuquí y la secretaria del Juzgado Penal Municipal de Bahía Solano. Todos fueron señalados de pertenecer a Los Rastrojos.
Justo el mismo día en que un reportero gráfico y un periodista de EL COLOMBIANO llegamos a El Valle para levantar la información de este reportaje, se estaban yendo, contrariados, todos los policías de la estación. "Los relevaron porque al parecer estaban permeados. El comandante de Quibdó (capital del Chocó) escuchó comentarios y lo más sano fue llevárselos", dijo Bolaños.
Controlar con pie de fuerza todas las estribaciones de los ríos San Juan y Baudó, sus meandros y artificios, tampoco es tarea sencilla. Los ejemplos sobran. El 22 de septiembre, agentes Antinarcóticos encontraron cuatro toneladas de coca dentro de un submarino de fibra de vidrio y acero, en el municipio de Condoto. El aparato, dijo el coronel Carlos Rodríguez , subdirector de esa entidad, fue encontrado a la vista de uno de esos riachuelos anónimos.
Bolaños reconoce, con algo de bochorno, que las 'narcolanchas' pueden ser más rápidas que las suyas. "Esto es costoso. Mover nosotros una lancha de dos motores de 200 caballos y salir, eso sí que es una 'pesca milagrosa'. Usted sale a perseguirlas y de una vez se llama al avión, al buque, y a la DEA".
El gran problema, insiste, es que después de las 12 millas náuticas al noroccidente ya son aguas panameñas y "ahí sí estamos perdidos". Si una lancha parte desde Punta Ardita sin ser vista, a los 15 minutos ya se ha perdido entre el inconmensurable mar plateado, sobre el que las Fuerzas Armadas de Colombia ya no tienen potestad.
Las rutas de los narcos
Un pescador que prefiere mantener el anonimato refrenda que las lanchas de la Armada se quedan cortas. "Si las de los guardacostas tienen cuatro motores de 200 caballos, los 'duros' montan cinco o seis de 200. Usted tiene que ver lo que es una lancha 'traqueta' corriendo. Solo las para el avión fantasma o el helicóptero, porque pasan endiabladas a 500, a veces a 1.000 nudos por hora".
El mismo hombre asegura que la ruta es por México. "A quienes contratan el viaje les dicen 'Los Sombrerones'. Yo hice un viaje hasta Panamá, nos demoramos 4 horas".
¿A qué hora salieron?
"A las 5 de la tarde. A esa hora se está arreglando la gente. Lo hacen en 'pujas' o mareas altas, porque las lanchas están en 'encaletaderos'".
¿Nadie los detuvo?
"¿Quién va a saber uno que lleva eso? Desde el primer día el avión fantasma nos estuvo rodeando. Tuvimos que esperar y al otro día salimos y despejado todo".
¿Cuánto le pagaron por el viaje?
"A Panamá pagan 20 millones si se corona. Si no llegan le dan a uno un anticipo de 10 millones".
¿Sigue trabajando con eso?
"No. Y no porque me haya ido mal. Me fue bien. Si vuelve y me resulta, le hago, porque esos 'caballos' (narcos) tienen su moneda".
Los días de bonanza
Yohan Alves* es un morocho de rostro huesudo, de 32 años, que estudió hasta segundo de primaria. El año pasado halló una paca de 20 kilos. Era una mañana de agosto y él apenas salía de faena (como le llaman al oficio de salir a pescar).
A 200 metros del morro que se inclina junto a la bahía de El Valle, Yohan sintió el cimbronazo. Era un costal negro, por el que le dieron 60 millones de pesos. Eso fue a las 6 de la mañana. A la 1:00 de la tarde ya tenía el dinero.
Y entonces, aquel negrito al que veían empacar el nylon y los anzuelos, ese que se subía a una panga modesta y desabrida, cierto día regresó montado en una camioneta Toyota, modelo 2004. "Compré lancha, carro, motor", cuenta mientras sorbe cerveza en el billar.
¿Cree como otros que Dios estuvo detrás de su suerte?
"Claaaro, él me lo mandó".
¿No es un poco contradictorio que Dios envíe coca?
"Él más o menos sí se lo envía a uno. Si uno se mete por un camino malo, después Dios le habla a través del corazón".
Toñito , en cambio, es menos místico. "Cuando uno encuentra coca todo cambia, uno se siente hasta más fuerte, papa (sic)".
Tan fuerte se sintió, que el día que le dieron esos 20 millones de los que solo le quedan recuerdos, se echó 5 en cada bolsillo, contrató un bus escalera y subió a todos los amigos, con destino al Festival de la Bahía. "Si algún policía me preguntaba algo, yo le daba de a 200 mil y les decía, ábrase". Y no era cerveza, era Whisky por cajas. Entre beba y beba, Yuber , su compañero de faenas, también dejó ir de las manos 100 millones de pesos. "No quedó nada, quedó la ruina, ni la casa se hizo", dice Toñito.
Son días de abundancias astronómicas que se notan hasta en el desabastecimiento de licor en las tiendas. "Toca mandar a traer el trago por avión. Usted sabe, papa (sic), que aquí no hay carreteras, todo llega por barco y el barco se demora mucho", prosigue.
Las prostitutas, que en días de regularidad laboral cobran por cabeza 50 mil pesos, llegan a valer hasta 2 millones. "No puedo decir quién, pero vi cuando a uno de mis compañeros la muchacha le cobró 2 millones y él la frenó y le dijo que no, que cómo se le ocurría, que más bien le pagaba los 3 millones", cuenta Yohan , entre risas. Horacio González , un nativo de Nuquí dedicado al transporte de turistas, relata esa misma historia con un chiste. "Imagínese que si por cada polvo pagaban 2 millones, hasta yo pensé en volverme mujé".
Nada de la plata que ha dejado la coca se nota ni en Nuquí ni en Jurubidá ni en El Valle ni en Bahía Solano, que fueron los sitios que visitamos. Al contrario. Son pueblos a los que les cae mucha agua -una lluvia puntillosa que nunca se va-, pero poca plata, poco desarrollo. El maestro Óscar Collazos , el gran escritor que brotó de Bahía Solano, twiteó el pasado 15 de enero: "la serena resignación de los chocoanos contrasta con la soberbia indiferencia del Estado colombiano".
Todo se reduce al brillo de una pasta prensada, que hace regurgitar sueños lujuriosos y hasta obscenos. Si hay coca, entonces por añadidura hay whisky, hay putas, hay alforjas llenas de a cinco millones. Es el brillo de la cocaína que hace sacarle a Toñito un suspiro.
Pero también está Flavio , el que sale a puro remo, sin motor, sin lancha, sin la historia de un milagro. Sale como con una cruz, como burlado por el pueblo, pero con la dignidad intacta.
*Nombre cambiado.
¿Cómo sucede?
A LA CAZA DE LAS "NARCOLANCHAS"
1 El DC3 o "avión fantasma" detecta y persigue las lanchas "go fast".
2 Solo hasta antes de 12 millas náuticas la Fuerza Naval puede hacer capturas.
3 En lugares como este de la lancha, los narcotraficantes esconden la coca.
4 El CTI de la Fiscalía es el organismo encargado de determinar si se trata de un estupefaciente o no.
5 En ocasiones, por inseguridad de la zona, las autoridades queman de una vez las lanchas.
SOLUCIÓN
Sin soluciones a las vista: Alcalde
El alcalde de Nuquí, Dionisio Cabrera dice, como reconociendo una derrota, que los recursos económicos solo dan para 12 horas de luz.
Nuquí es un municipio de 8 mil habitantes y un presupuesto anual de 5.270 millones de pesos. La economía es 90 por ciento pesca, actividad que en el año solo tiene dos temporadas de subienda. Es por eso que Cabrera le apuesta más a los proyectos que a las obras, porque sencillamente este año no las habrá. Con poca plata, habrá que atender mil necesidades.
PROBLEMA
En Nuquí ni siquiera hay luz
A las 6:00 de la tarde, la llegada de la luz a Nuquí es todo un acontecimiento. La energía vuelve a irse a las 12:00 de la noche. Al municipio todo llega por barco, pues no hay carreteras habilitadas que comuniquen al Chocó con el centro del país. En Nuquí tampoco hay relleno sanitario.
Mi percepción
"Somos el puñal y la herida"
Este reportaje no se propone ni juzgar ni absolver la conducta de los pescadores que hacen fortunas, recuperando coca en el mar.
Razones hay muchas. Por un lado, está el negocio como tal. Los narcos (guerrilla, bacrim y narcos puros y duros) son los que se quedan con la mayor tajada. Y de otro lado, están los pescadores que, de una u otra manera, se prestan para que el negocio continúe.
Después de haber recorrido esas selvas y ese mar, uno piensa en lo difícil que es juzgar. Fue Baudelaire el que dijo en uno de sus poemas que "somos el puñal y la herida". Y así es. Estos pescadores son los victimarios, pero también son las víctimas. Son el eslabón de una cadena que no acaba.