
La hinchada del rey de corazones, el equipo del pueblo, el del rojo de la montaña. La emoción de ver nuevamente campeón al Independiente Medellín hizo que este miércoles, desde muy temprano, los hinchas rojos se volcaran sobre el templo del fútbol antioqueño, el estadio Atanasio Girardot.
La marea roja invadió todas las calles alrededor del escenario deportivo en el que se jugaría el primer round de la final de la Liga Postobón II-2012. Camisetas, banderas y ante todo el sentimiento por el poderoso, acompañó a los fervorosos seguidores que lograron conseguir una de las 44 mil boletas para estar en el encuentro.
A las cuatro de la tarde, cuando las puertas del Atanasio se abrieron, chicos y grandes iniciaron su ingreso a las gradas. Era una noche para acompañar, con mayor razón, al equipo de sus amores. Todo estaba dispuesto y las cartas echadas: había que sacar un buen resultado para el domingo rematar la final en Bogotá.
"...Del rojo soy yo" gritaban mientras ingresaban a la tribuna un grupo de hinchas. "Vamos medallo", decía otro. La impaciencia por que iniciara el partido empezó a rondar por las gradas. Risas, abrazos y gritos exorcizaban los nervios propios de una instancia como esta. Ya solo faltaba que el árbitro le diera comienzo a la final inédita ante Millonarios.
Las emociones
El golpe de vista en el Atanasio era impresionante. El rojo y azul invadió todas las gradas y a la fiesta solo le faltaban los animadores. La gran final se vivía en el coloso de la 74.
En medio de una nube azul y roja que inundó todo el Atanasio los dos conjuntos saltaron al gramado. Ya las tensiones se trasladaban a la cancha donde 22 futbolistas se jugaban la estrella de fin de año.
Eran las 7 de la noche en punto. El plato futbolero estaba servido y ahora los comensales esperaban por el espectáculo. El juez central, Juan Pontón, hizo sonar su silbato y el balón se echó a rodar. Medellín buscaba su sexta estrella y Millonarios la 14. Encuentro entre dos históricos del balompié nacional.
¡A jugar De ida y vuelta se planteó el partido en el comienzo del juego. Medellín con William Zapata y John Viáfara empezó a empujar el equipo para adelante. Sin embargo, Harrison Otálvaro con un remate a los dos minutos hizo respirar profundo mientras el portero Leandro Castellanos encajonaba el balón. Fue el primer asomo en los arcos.
De ahí en adelante el juego no tuvo un claro dominador y en las áreas el balón llegaba solo a través de los pases largos y no de jugadas elaboradas. Solo Máyer Candelo y Wason Rentería, por el conjunto embajador, intentaban construir sociedades, pero se desvanecían ante la buena zaga roja liderada por el argentino Diego Herner.
En la línea técnica, Hernán Bolillo Gómez, por el DIM, y Hernán Torres, en Millos, se jugaban su propia final. Bolillo más emocional y Torres más parco, daban indicaciones a sus jugadores. La final ponía sus condimentos.
A los 36 minutos William Zapata, volante del rojo, fue quien hizo levantar a los hinchas de sus asientos. Un remate de pierna derecha, sin mucha fortaleza, hizo estirar al palo izquierdo al portero de Millonarios, Luis Delgado. Para algunos hinchas el paso de los minutos era un mal indicador, había que hacer el gol para botar la tensión y jugar con la presión del rival.
En el conjunto azul, Román Torres, se convertía en una muralla inquebrantable. El panameño, con un peinado particular -cresta amarilla-, luchaba, metía y empujaba desde atrás a los capitalinos. Fue el hombre más importante para Millonarios en la primera parte.
Por Medellín, Felipe Pardo fue el que más insistió y rompió las bandas para generar peligro, pero al final del primer tiempo no tuvo un final feliz. La primera final de la Liga Postobón se fue con el empate 0-0 al camerino y debiendo emociones para el segundo.
Último acto
La gente aguardaba, de manera muy cauta, el epílogo del juego. Los minutos transcurrían y el juego no se destacaba por las emociones, la hinchada roja esperaba con paciencia. Quizá en el fondo confiaban en que el poderoso iba a rematar como lo hizo durante en dos encuentros de los cuadrangulares finales que los ganó en el último suspiro.
Los hombres de la creación brillaron por su ausencia. Sebastián Hernández en la escuadra roja y Máyer Candelo, en la azul, no fueron determinantes ni en la primera parte ni al comienzo del segundo. Así, la cosa quedaba complicada para los definidores.
El trámite y la monotonía dominó en la etapa complementaria, la emoción se la imprimían los hinchas cuando el balón se acercaba al área de su rival. Sin embargo, poco fútbol vistoso, típico de final.
Medellín no atinaba en los pases y cometía errores en el mediocampo. Lo mismo pasaba a la hora de la definición cuando Felipe Pardo llegaba a la línea final, pero no encontraba quien resolviera. Germán Ezequiel Cano, el hombre letal adelante, le hizo falta al equipo de Bolillo Gómez en esta primera final.
Y para ajustar la baja producción, John Viáfara, volante rojo salió expulsado tras fingir un falta en el área de Millonarios, una determinación dudosa. Doble amarilla para él y el DIM se quedaba con 10 jugadores.
En medio de la impotencia de los hinchas rojos finalizó el juego, y el campeón se definirá el próximo domingo en el estadio Nemesio Camacho El Campín de Bogotá y ahí Millos tendrá la ventaja de contar con su hinchada.