
Cultura y educación son dos áreas fundamentales para el desarrollo de una sociedad, y que reclaman ser una prioridad hoy para transformar el futuro.
En un smartphone hoy se tiene el mundo en la mano. No hay necesidad de viajar físicamente para conocer otras culturas o para acceder al conocimiento.
Y este cuento se lo saben muy bien los niños y adolescentes de hoy quienes ya vienen con el chip de Internet instalado. Ellos son los hijos de la globalidad, fenómeno que ha permeado a la raza humana permitiendo el acceso a toneladas de información y a una velocidad sorprendente.
Sin embargo, los solos datos no sirven si no se hace nada con ellos. Y a esto justamente es que se refiere el teórico francés Jean François Revel cuando afirma que el conocimiento es la información en movimiento. Se transforma el mundo cuando se generan ideas producto de la reflexión sobre esos datos. Ahí sí se construye desarrollo social y una mejor calidad de vida para la aldea global.
Y esta debe ser la preocupación de la comunidad educativa de cara al futuro: cómo hacer que las futuras generaciones se interesen por la búsqueda del conocimiento y por crear soluciones con él para las nuevas necesidades del hombre contemporáneo.
Presencialidad del instructor o... ¿virtualidad total? Las nuevas tecnologías han brindado alternativas pedagógicas que han potenciado la masificación del aprendizaje. Sin embargo, éste necesita de unos docentes cualificados a niveles de maestrías o doctorados que sean capaces de entender a las nuevas sociedades.
Expertos en el tema educativo hacen una reflexión a futuro para decir que aquellas áreas del conocimiento que se enfoquen en alternativas ambientales y de desarrollo sostenible, tendrán una mayor proyección laboral y demanda académica.
Cultura global
La cultura tiene un poder transformador de la sociedad. Frase que se ha dejado escuchar varias veces para entender el porqué ella puede incidir positivamente en cambios de actitud frente a complicadas problemáticas sociales.
En este punto vale decir que al fenómeno cultural hay que entenderlo también con una mentalidad global. Una forma de pensar distinta que comprenda que gestionar cultura no es sacar la ponchera para pedir apoyo estatal, que la infraestructura por sí sola no basta, que la cultura iguala a todos y no segrega, que el arte es una profesión digna como muchas otras para poder vivir de ella, y que talento en Antioquia existe, pero hay que invertirle para que dé sus resultados con el tiempo.
No de otra manera es que la música, el teatro, la pintura, la danza, la escultura, la actuación, etc. podrían tener mayor espacio en los presupuestos privados y públicos, en todas las comunas de la ciudad y en los deseos de aquellos que disfrutan del arte.
Es ahí donde la cultura encuentra su poder transformador: en la mentalidad global de aquellos que entienden que ella es diversa, pero incluyente, y que deber ser una prioridad.